Boisson, 361 del mundo, pone en pie a los franceses

“Esto es increíble. Gracias a todo el mundo, el apoyo ha sido indescriptible”, dijo Lois Boisson, emocionada en la entrevista que su compatriota Lucas Pouille le hizo después de su partido contra Mirra Andreeva. No era para menos, porque el público de la Philippe Chatrier le había llevado en volandas hasta la victoria más importante de su carrera, más aún que la conseguida en octavos contra Jessica Pegula, número tres del mundo, porque esta (7-6 (6) y 6-3 en 2h08) ante la rusa, sexta favorita, mete a la invitada de 22 años y 361ª del ranking en las semifinales de Roland Garros.

“El público no supone una presión para mí, porque están conmigo. Me encanta jugar delante de ellos, escuchar mi nombre cuando ganó un punto”, comenta Lois. La suya es una historia de superación que, pase lo que pase a partir de ahora, tendrá su final feliz en París. Porque hace 14 años que una tenista gala no llegaba tan lejos en el Grand Slam de casa. Fue Marion Bartoli en 2011. En el cuadro masculino, el último del país anfitrión que alcanzó la penúltima ronda fue Jo-Wilfried Tsonga, en 2015. Además, Boisson ha ascendido ya con su desempeño durante estas dos últimas semanas 296 puestos en la clasificación y es por primera vez top-100 (65ª provisionalmente). “No pienso en el ranking, ni en Wimbledon, solo en este torneo, en lo que está pasando ahora”, advierte. Se enfrentará el jueves (sobre las 15:00, Eurosport) a Coco Gauff, después de la primera semifinal entre Aryna Sabalenka e Iga Swiatek (13:00). La estadounidense remontó para superar a su paisana Madison Keys en otro partido resuelto en tres sets (6-7 (6), 6-4 y 6-1 en 2h11) y llega por tercera vez a estas alturas del torneo (2022, cuando fue finalista, y 2024).

Una encerrona

Andreeva fue la cruz de la moneda de un partido emocionante, que los espectadores de la pista central convirtieron en un infierno para la moscovita de 18 años, entrenada por una Conchita Martínez que no pudo ocultar su sufrimiento en la grada. Mirra fue semifinalista en 2024 y todo apuntaba a que reeditaría aquel éxito, pero se vio que, como es lógica, le falta experiencia, y no estaba acostumbrada a tener al público en contra, sino todo lo contrario, hasta ahora. Acabó desquiciada y llorando, después de lanzar un pelotazo a la grada, entre otros gestos desafortunados.

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Lo que está haciendo Boisson, que tiene una constitución física más propia de una atleta de maratón que de una tenista, no es fácil de explicar, porque estuvo bastantes meses sin jugar por una lesión grave en la rodilla derecha y su primer torneo WTA lo disputó este mismo año, hace solo unas semanas en Rouen. Había recibido una invitación de Roland Garros el año pasado, justo antes de romperse el ligamento cruzado. No pudo aprovecharla y en la presente edición ha hecho su debut en un major. Y vaya debut. En los meses previos sumó bastantes victorias en torneos ITF (15, una final y un título). “La preparación de un partido contra la 300 del mundo y de otro ante una top-10 no cambia, es el mismo”, dice con soltura. Ahora está a un paso de la final de un Slam. ¿No es increíble? Para ella, no tanto: “No creo que sea un milagro. Sí que he tenido un poco de suerte. Pero hay trabajo duro detrás desde que empecé a jugar y también el año pasado con la rehabilitación”.

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