Una conferencia de Xbox sólida, esperando los pesos pesados y con una estrategia clara

Nos preguntábamos Juan Arenas y yo, en respuesta a uno de nuestros oyentes, si Microsoft pondría todas las plataformas en donde, de verdad, aparecen el juego. La tradición dicta, en una especie de pudor por los sentimientos de los aficionados a cada plataforma, que los juegos que se presentan sólo estén listados en las plataformas de la compañía en cuestión. Sony sólo pone sus logos en los nombres que aparecen en un State of Play, Nintendo hace lo propio con los Direct. La respuesta no se hizo esperar: a Microsoft ya le da igual.

De la treintena de nombres que vimos, incluyendo títulos internos, sólo uno tenía cierto atisbo de exclusividad (Keeper, el nuevo juego de los creadores de Psychonauts). The Outer Worlds 2 es multiplataforma de partida, (igual que Call of Duty) y Clockwork Revolution no anunció fecha o plataformas. Es una buena prueba de Microsoft está a otras cosas.

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Todo es una Xbox

Xbox Game Pass y Xbox Anywhere son las palabras que definen la actual estrategia vinculada al videojuego del coloso de Redmond. Todo va dirigido a esos dos pilares, tanto los esfuerzos de los estudios internos como los acuerdos con los estudios externos. Microsoft quiere dominar el videojuego no por invasión, sino por ósmosis, estando en todos los espacios en los que puede estar: consola, ordenador, nube... y también en portátiles, en lo que ha sido uno de los anuncios más llamativos: el ROG Xbox Ally.

La estrategia de estar en el cada vez más lucrativo espacio portátil ha tenido dos caminos en el seno de Microsoft, cada uno con un nombre propio: Kennan por un lado, y un nombre desconocido por el otro. El nombre en clave desconocido estaba relacionado con producir un hardware portátil propio, una iniciativa que, de momento, se ha puesto en el frigorífico. Lo otro, Kennan, es lo que finalmente hemos visto en esta conferencia: en vez de crear un hardware de cero, aliarse con una compañía ya establecida en el sector como es Asus. Las ROG Ally son una realidad tangible, así que el movimiento pasa por pasarles un maquillaje externo para darles el sello de Xbox y trabajar en una implementación de Windows 11 y de Game Pass que tenga el videojuego y el catálogo de cada jugador en el centro de la experiencia (al contrario que la solución parcheada y farragosa actual).

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Windows es del talón de Aquiles de las consolas portabilizadas que lo usan, pero también puede ser su mayor arma. Valve está haciendo un trabajo colosal por impulsar el juego en Linux, pero difícilmente podrá asegurar alguna vez la compatibilidad total que sí disfruta el sistema operativo hegemónico. Corregir sus defectos específicos en este campo para reforzar las virtudes parece el camino más corto y rápido por tener una nueva plataforma dentro del planteamiento de Xbox Anywhere y para tratar de cortar el paso a una Steam Deck que puede ser un peligro a largo plazo. Así que un movimiento con sentido, aunque como amantes del hardware, esperamos que la idea de crear una plataforma propia no se quede para siempre en el cajón.

A la espera de un 2026 festivo con el 25 aniversario

Por lo demás, fue una conferencia sólida, entretenida, con excelente ritmo (parece que va calando el concepto). Vimos muchos títulos, a un nivel alto, pero echamos en falta lo que tuvimos el año pasado: mayor presencia de los primeros espadas. Lo normal es que si en 2024 vimos cosas como Fable, Gears of War E-Day o Perfect Dark, este 2025 debería haber servido para darles continuidad en el imaginario colectivo. Pero no pasó. O no pasó como nos hubiera gustado. Phil Spencer emplazó los nombres grandes a 2026, como una celebración del 25 aniversario de Xbox: Fable, Forza, Gears of War y un “clasico que ha estado con nosotros desde el comienzo”, se dejan para el año que viene. Deberemos esperar. La “bomba” final fue Call of Duty, un juego cuya existencia se da siempre por descontada y cuyo críptico tráiler tampoco es que pareciera diseñado para ensalzar nuestros ánimos.

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Mientras, el peso de los estudios internos ha sido llevado por Obsidian e Inxile. Los primeros tienen Grounded 2 y un The Outer Worlds 2 que se hace raro en el papel de juego estelar (demasiado diferente, demasiado particular). Los segundos han dejado aparcado el juego isométrico para crear Clockwork Revolution un ARPG en primera persona que apunta muy alto y que deja excelentes sensaciones con su combinación de mecánicas, aunque no tengamos todavía fecha de lanzamiento.

Más allá de la estrategia de Microsoft y los estudios internos, la conferencia nos dejó la noticia de que Silksong llegaría este año (de forma un poco anticlimática dado el circo que hay con el proyecto a cada gala en donde podría aparecer, pero ahí está). También sirvió para confirmar uno de los secretos peores guardados del sector, ese remake de Persona 4 (del que se enseñó bien poco pero más que suficiente para el fan). Y nos permitió ver algunos nombres interesantes, como un Ninja Gaiden 4 que da para soñar al amante de la acción, o lo nuevo de los creadores del emotivo Spiritfarer. At Fate’s End, con un arte magnífico. Algunas notas dentro de una línea sólida, aunque en clara transición con lo que debería ser la gran fiesta del 2026. Tocará esperar hasta entonces.

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