El ‘replicante’ Ingebrigtsen, más medallas que años e iguala un récord de 1977

Jakob Ingebrigtsen de nuevo. Sin piedad ni compasión. Oro en los 3.000 metros de Apeldoorn con 7:48.37 para cerrar su tercer doblete continental bajo techo consecutivo tras haber ganado, como en Torun 2021 y Estambul 2023, también el 1.500. Igualando los siete oros continentales indoor del velocista soviético Valeriy Borzov... que lo terminó en 1977 (hace 48 años) cuando la periodicidad era anual y no cada dos años como ahora. En lo alto de la pirámide del ‘Viejo Continente’. Con sus 25 medallas internacionales: dos en Juegos Olímpicos, cinco en Mundiales y 18 en Europeos. Con 20 oros. Repartidos entre 1.500, 3.000, 5.000 y campo a través. Con su correr casi insultante a veces para los rivales. Como cuando se pone último a muchos metros de la espalda del penúltimo. O cuando mira a la grada y se dirige a ellos sin prestar atención a los cambios en carrera.

Antes de la final del 3.000 otra demostración de que es de otro mundo. Mientras sus once rivales salen a hacer progresivos en la curva para calentar músculos, él no da ni un paso andando. Sale de las entrañas del estadio y se queda clavado en la línea de salida. ‘¿Para qué?’, debe pensar. Ya correré. Como siempre, disparo y Jakob cerrando el grupo. Su rutina. Una variación. En vez de dejar pasar la mitad de la carrera tomó la cabeza a los 300 metros. A un ritmo sosegado aún. Primer kilómetro en 2:52.56. Segundo mil en 5:29.15.

Mills cambiaba de manera violenta a falta de 800 metros. El sueco Almgren detrás. Ingebrigtsen sin perder un metro con ellos. El británico forzaba la máquina... hasta que a falta de 500 metros el noruego arrancó el AVE y le pasó sin paliativos. Metro a metro se iba despegando para imponerse con 7:48.37. Haciendo 2:19 en el último kilómetro. Una barbaridad. “Gracias al público, he disfrutado mucho de esta pista”, decía con la bandera noruega sobre sus hombros.

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El prodigio de Sandnes es el mejor ejemplo real de humanoide bioingenieril que Philip K. Dick inventó en ‘¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?’ y popularizó Ridley Scott en ‘Blade Runner’. El autómata creado para correr sin voluntad, reflexión ni sentimientos. Ese que en un momento que él elige actúa de villano de Marvel y desencadena la tormenta para acabar con las ilusiones de sus rivales mediante un cambio de cadencia inapreciable a la vista que le hace avanzar a una velocidad que el resto no puede. Como si sus zapatillas deslizaran o flotaran por el tartán. Adelantando sin aparente esfuerzo. ‘¿Por qué parece que lo haces tan fácil?, fue una pregunta de AS en la ciudad polaca en 2021. “Porque es fácil”, contestó sonriendo el cíborg nórdico.

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