Sociedad

Un vertido radiactivo contaminó el río Manzanares y los regadíos de Madrid en una catástrofe silenciada

Un accidente en un reactor nuclear en plena Ciudad Universitaria de Madrid contaminó en 1970, y durante años, ríos, cultivos y acuíferos que siguieron siendo usados para el consumo humano.

Un grupo de niños se refresca jugando bajo una fuente junto al río Manzanares.
Pablo Blazquez Dominguez
Mariano Tovar
Empezó a trabajar en AS en 1992 en la producción de especiales, guías, revistas y productos editoriales. Ha sido portadista de periódico, redactor jefe de diseño e infografía desde 1999 y pionero en la información de NFL en España con el blog y el podcast Zona Roja. Actualmente está centrado en la realización de especiales web e historias visuales
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Aunque parezca ciencia ficción, esta historia es real. El 7 de noviembre de 1970 el reactor nuclear experimental situado en la Ciudad Universitaria de Madrid sufrió un accidente y dejó que se escaparan decenas de litros de líquido radiactivo por el desagüe, que terminó en el alcantarillado, el río Manzanares, el Jarama, el Tajo, y llegó hasta el mar en Lisboa. A su paso, contaminó infinidad de huertas y regadíos, cuyos productos fueron vendidos en los mercados y consumidos con total tranquilidad. Lechugas, tomates, berenjenas… con niveles de radiactividad cientos de veces superiores a los límites seguros para la salud.

Se fueron de fin de semana

Ese día era sábado. Y claro, todos los que estaban trabajando en las instalaciones de la Junta de Energía Nuclear (JEN) en la Ciudad Universitaria, a escasos metros del Palacio de la Moncloa y a un paso del centro de Madrid, estaban deseando acabar su trabajo e irse de fin de semana. A las 12 del mediodía se inició el trasvase de 700 litros de residuos radiactivos desde el tanque A-1 de la planta M-I, donde estaba el reactor nuclear Coral-1, al depósito de tratamiento de residuos T-3 de la planta CIES. Era una operación rutinaria, pero según unas versiones una soldadura falló y según otras se produjo un fallo en una válvula. Fuera cual fuera la causa, entre 40 y 80 litros de líquido altamente radiactivo se filtraron al sistema de alcantarillado.

El contenido del vertido incluía isótopos peligrosos como estroncio-90, cesio-137, rutenio-106 y partículas de plutonio, todos ellos con efectos nocivos a largo plazo para la salud y el medio ambiente. El responsable de Protección Radiológica de las instalaciones recomendó detener la operación cinco minutos después de su inicio, al descubrir el problema. Pese a la advertencia inmediata, la operación, y con ella el vertido, continuó hasta las 14:45, hora en que los trabajadores se fueron de fin de semana.

Un vertido radiactivo contaminó el río Manzanares y los regadíos de Madrid en una catástrofe silenciada
Las huertas y regadíos que había en los años 70 en la ribera del Manzanares se vieron afectados.NAKphotos

Radiación en huertas y regadíos

El agua contaminada entró en el alcantarillado a través del sistema de desagüe, llegó al río Manzanares, de ahí al Jarama, al Tajo y se detectaron niveles elevados de radiación incluso en la desembocadura del río en el mar en Lisboa. Nadie hizo nada hasta el lunes siguiente.

Fue uno de los vertidos más graves de la historia de España. No se sabe con certeza si el suministro de agua para consumo humano se vio afectado. Lo que sí está confirmado es que la radiación afectó a huertas y regadíos del Manzanares y del Jarama. La radiactividad superaba los 15.000 cps en muchas zonas de la ribera cuando las cifras normales eran de entre 100 y 120 cps. En Toledo se midieron 10.000 cps. En algunos puntos del Jarama y Aranjuez los niveles llegaron a ser 75.000 veces superiores a lo permitido. En zonas puntuales de la propia sede del JEN, en plena Ciudad Universitaria, se midieron dosis de radiactividad, acumuladas durante un año, que llegaron a ser un millón de veces superiores a lo tolerable.

El régimen franquista ocultó lo ocurrido y se decidió comprar en secreto cosechas contaminadas a los agricultores de la zona sin dar demasiadas explicaciones. La mayor parte de ellas fueron enterradas en plena Ciudad Universitaria. El problema fue que ni se compró toda la producción, ni se sostuvo en el tiempo, ni se prohibió el cultivo en las zonas afectadas. La comisión de seguridad del JEN hizo un informe dos meses después que proponía “impedir el consumo de los vegetales que crezcan en las parcelas contaminadas” e “impedir el riego con agua de los canales y ríos que contengan agua o fangos contaminados”, pero eran medidas que llegaban tarde y que solo se aplicaron de forma puntual. Durante años, se vendieron en los mercados de Madrid verduras cultivadas en tierras contaminadas por altísimos niveles de radiación sin que nadie lo supiera.

Un vertido radiactivo contaminó el río Manzanares y los regadíos de Madrid en una catástrofe silenciada
El nivel de radiación de la Ciudad Universitaria, aunque seguro para la salud, sigue siendo superior al entorno que rodea a una central nuclear.Jose Miguel Sanchez

Contaminación hasta nuestros días

En los siguientes años algunos de los agricultores de las huertas de Manzanares y del Jarama desarrollaron cáncer. Pero no existen estudios que permitan establecer una relación con el vertido. Tampoco hay estudios que aclaren si los productos contaminados aumentaron la incidencia de enfermedades oncológicas en la ciudad de Madrid y en el resto de las zonas afectadas. Sí que está documentado que el incidente dejó una huella radiactiva en el suelo, los ríos y algunos acuíferos del centro de España. Aún hoy en día, las Banquetas del Jarama siguen controladas por el Consejo de Seguridad Nuclear, aunque los restos de Cesio-137 y Estroncio-90 ya no alcanzan niveles nocivos. La Ciudad Universitaria aún tiene niveles de radiación superiores a los que suele haber alrededor de una central nuclear.

Pero ¿por qué había un reactor nuclear en la Ciudad Universitaria de Madrid? El Coral-1 fue un reactor rápido de investigación suministrado por EEUU e instalado en 1968. Tenía capacidad para producir plutonio de grado militar y formaba parte del ‘proyecto Islero’, el intento del régimen franquista de fabricar una bomba nuclear. Fue cerrado en 1981 por la presión internacional y por el riesgo que suponía mantener un reactor así en una zona urbana densamente poblada.

A lo largo de la historia ha habido reactores TRIGA que han funcionado y siguen funcionando en universidades de todo el mundo, pero solo en otras dos grandes ciudades, Moscú y Buenos Aires, ha habido en algún momento reactores con capacidad militar; y nunca en una zona tan céntrica ni tan densamente poblada como Madrid.

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